jueves, 31 de marzo de 2011

Pr. Enrique Chaij habla sobre libro misionero “Todavia Existe Esperanza”

Pr. Enrique Chaij habla sobre libro misionero “Todavia Existe Esperanza”


Vivimos en un mundo complicado. En las ciudades de Sudamérica, las personas transitan cargadas de preocupaciones y temores. Por eso, el libro misionero para el 2011 se titula Todavía existe esperanza. Hablar de esperanza es como un soplo de aire fresco para el alma.
Este libro tiene una tirada de 10 millones de ejemplares (7 millones en portugués y 3 millones en castellano), y su distribución será gratuita en todo el territorio de la División Sudamericana (DSA). Enrique Chaij nació en Buenos Aires, en 1933. Se graduó en Teología en el Colegio Adventista del Plata. Trabajó como instructor bíblico, redactor de la ACES, evangelista y director de Relaciones Públicas y Comunicación de la Asociación Bonaerense. Fue pionero en el área de las comunicaciones adventistas. Es el creador del micro programa radial “Una Luz en el camino”, que se emite de manera ininterrumpida en numerosas y conocidas radios argentinas desde el 2 de junio de 1964. Reconocido en todos los medios de comunicación de Argentina, “Una Luz en el camino” ha recibido numerosos premios de entidades no adventistas por la contribución a la sociedad. Durante 33 años, el Pr. Chaij fue director, orador y guionista de la emisión radial. También dirigió el programa televisivo llamado “Encuentro con la Vida”.
prenriquechaij Pr. Enrique Chaij habla sobre libro misionero Todavia Existe EsperanzaAdemás, es autor de 30 libros, entre los que se destacan: El delicado arte de convivir; El poder del amor; A pesar de todo; ¡qué linda es la vida!; Nuestro amigo Jesús; Así da gusto vivir; Hacia la superación personal; Triunfantes en el dolor; Cómo vencer los problemas; y Vivir en positivo. Para conocer más detalles de esta obra, fue entrevistado su autor, el Pr. Enrique Chaij.
REVISTA ADVENTISTA: ¿Qué importancia le asigna a este gran proyecto de la División Sudamericana (DSA)?
ENRIQUE CHAIJ: Es un extraordinario proyecto de fe y de alcance continental que tendrá efectos impredecibles. Pensemos que estos libros llegarán a 10 millones de hogares, es decir, a 40 millones de personas. Si colocáramos todas estas hojas, una al lado de la otra, de manera apaisada, obtendríamos una larguísima cinta de unos 120.000 km de longitud, capaz de rodear tres veces la Tierra sobre la línea ecuatorial. ¡Es una gigantesca empresa misionera bajo la conducción del Espíritu del Señor!
RA: ¿Qué propósito persigue el libro?
EC: Alcanzar la mayor cantidad posible de personas con el mensaje bíblico de esperanza y salvación. Esas personas podrán ser creyentes o no creyentes. Pero, especialmente, el libro quiere llegar al corazón de la gente secular, para despertar en ellos inquietudes espirituales y convertirlos a Cristo.
RA: ¿Cuál es el tema general que aborda el libro?
EC: El libro se concentra en la vida y en la obra de nuestro Señor Jesús: su amor, sus predicaciones, sus milagros, su muerte, su resurrección, su actual intercesión y su inminente regreso. Las páginas presentan a un Cristo amigable y perdonador, que escucha y responde nuestras oraciones, que atiende nuestras necesidades personales y que bendice a nuestras familias. Es un libro cristocéntrico, que muestra que la vida no termina con esta corta experiencia humana, que podemos vivir para siempre con Dios, que hay un más allá de todos los altibajos de esta vida terrena. Por eso, los últimos capítulos constituyen una apelación para aceptar a Jesús como Salvador e invitan a la preparación espiritual para el día de su gloriosa venida.
RA: Después de haber escrito la obra, ¿qué expectativas tiene usted acerca de los resultados de su distribución masiva?
EC: Veo por fe un enorme ejército de hermanos y hermanas obsequiando el libro en el vasto territorio de la DSA, y cosechando luego numerosas conversiones para Cristo. En las grandes ciudades y en los pueblos más pequeños, en los montes y en las islas –sea en portugués o en castellano–, el mensaje del eterno amor de Dios resonará en millones de corazones, y el Señor de la mies dará abundante fruto para bendición de su iglesia y la gloria de su nombre.
Veo por fe a miles de vecinos, amigos, desconocidos y familiares no adventistas leyendo con interés Todavía existe esperanza y, más tarde, recibiendo estudios bíblicos, asistiendo a algún grupo pequeño y, finalmente, ingresando al pueblo de Dios, que espera el glorioso regreso de Cristo.
RA: ¿Qué les diría a los miembros de iglesia frente a este magno proyecto misionero?
EC: Que se involucren sin falta en esta tarea, y que la consideren un privilegio único para dar testimonio de nuestra fe. Es una bendición tomar parte en un proyecto misionero de tal dimensión. ¡Un pueblo unido en una sola tarea, con un solo propósito, predicando un solo mensaje a un mundo que vive sin esperanza!
El tiempo es corto. El fin está cerca. El Señor vuelve pronto. No sabemos si volveremos a tener una oportunidad tan extraordinaria como esta. Salgamos con fe y oración, en el nombre del Señor, y él premiará nuestra labor. Pidamos que el Espíritu Santo nos ayude a dar con las personas que están buscando al Salvador. Una vez alguien nos llevó a los pies de Cristo. ¿No haremos ahora esa misma obra en favor de otros? Una vez Jesús dejó el cielo y vino a nuestro mundo para darnos salvación. ¿No podremos hoy, tú y yo, dar a conocer a otros esa salvación provista por Jesús? ¡No existe mayor gozo que este! ¡Llena tu alma con este santo gozo del Señor! ¡Disfruta de esta incomparable bendición!
[Equipo ASN, Por Marcos Blanco y Pablo Ale, adaptado de la Revista Adventista]

Pr. Enrique Chaij habla sobre libro misionero “Todavia Existe Esperanza”


Vivimos en un mundo complicado. En las ciudades de Sudamérica, las personas transitan cargadas de preocupaciones y temores. Por eso, el libro misionero para el 2011 se titula Todavía existe esperanza. Hablar de esperanza es como un soplo de aire fresco para el alma.
Este libro tiene una tirada de 10 millones de ejemplares (7 millones en portugués y 3 millones en castellano), y su distribución será gratuita en todo el territorio de la División Sudamericana (DSA). Enrique Chaij nació en Buenos Aires, en 1933. Se graduó en Teología en el Colegio Adventista del Plata. Trabajó como instructor bíblico, redactor de la ACES, evangelista y director de Relaciones Públicas y Comunicación de la Asociación Bonaerense. Fue pionero en el área de las comunicaciones adventistas. Es el creador del micro programa radial “Una Luz en el camino”, que se emite de manera ininterrumpida en numerosas y conocidas radios argentinas desde el 2 de junio de 1964. Reconocido en todos los medios de comunicación de Argentina, “Una Luz en el camino” ha recibido numerosos premios de entidades no adventistas por la contribución a la sociedad. Durante 33 años, el Pr. Chaij fue director, orador y guionista de la emisión radial. También dirigió el programa televisivo llamado “Encuentro con la Vida”.
prenriquechaij Pr. Enrique Chaij habla sobre libro misionero Todavia Existe EsperanzaAdemás, es autor de 30 libros, entre los que se destacan: El delicado arte de convivir; El poder del amor; A pesar de todo; ¡qué linda es la vida!; Nuestro amigo Jesús; Así da gusto vivir; Hacia la superación personal; Triunfantes en el dolor; Cómo vencer los problemas; y Vivir en positivo. Para conocer más detalles de esta obra, fue entrevistado su autor, el Pr. Enrique Chaij.
REVISTA ADVENTISTA: ¿Qué importancia le asigna a este gran proyecto de la División Sudamericana (DSA)?
ENRIQUE CHAIJ: Es un extraordinario proyecto de fe y de alcance continental que tendrá efectos impredecibles. Pensemos que estos libros llegarán a 10 millones de hogares, es decir, a 40 millones de personas. Si colocáramos todas estas hojas, una al lado de la otra, de manera apaisada, obtendríamos una larguísima cinta de unos 120.000 km de longitud, capaz de rodear tres veces la Tierra sobre la línea ecuatorial. ¡Es una gigantesca empresa misionera bajo la conducción del Espíritu del Señor!
RA: ¿Qué propósito persigue el libro?
EC: Alcanzar la mayor cantidad posible de personas con el mensaje bíblico de esperanza y salvación. Esas personas podrán ser creyentes o no creyentes. Pero, especialmente, el libro quiere llegar al corazón de la gente secular, para despertar en ellos inquietudes espirituales y convertirlos a Cristo.
RA: ¿Cuál es el tema general que aborda el libro?
EC: El libro se concentra en la vida y en la obra de nuestro Señor Jesús: su amor, sus predicaciones, sus milagros, su muerte, su resurrección, su actual intercesión y su inminente regreso. Las páginas presentan a un Cristo amigable y perdonador, que escucha y responde nuestras oraciones, que atiende nuestras necesidades personales y que bendice a nuestras familias. Es un libro cristocéntrico, que muestra que la vida no termina con esta corta experiencia humana, que podemos vivir para siempre con Dios, que hay un más allá de todos los altibajos de esta vida terrena. Por eso, los últimos capítulos constituyen una apelación para aceptar a Jesús como Salvador e invitan a la preparación espiritual para el día de su gloriosa venida.
RA: Después de haber escrito la obra, ¿qué expectativas tiene usted acerca de los resultados de su distribución masiva?
EC: Veo por fe un enorme ejército de hermanos y hermanas obsequiando el libro en el vasto territorio de la DSA, y cosechando luego numerosas conversiones para Cristo. En las grandes ciudades y en los pueblos más pequeños, en los montes y en las islas –sea en portugués o en castellano–, el mensaje del eterno amor de Dios resonará en millones de corazones, y el Señor de la mies dará abundante fruto para bendición de su iglesia y la gloria de su nombre.
Veo por fe a miles de vecinos, amigos, desconocidos y familiares no adventistas leyendo con interés Todavía existe esperanza y, más tarde, recibiendo estudios bíblicos, asistiendo a algún grupo pequeño y, finalmente, ingresando al pueblo de Dios, que espera el glorioso regreso de Cristo.
RA: ¿Qué les diría a los miembros de iglesia frente a este magno proyecto misionero?
EC: Que se involucren sin falta en esta tarea, y que la consideren un privilegio único para dar testimonio de nuestra fe. Es una bendición tomar parte en un proyecto misionero de tal dimensión. ¡Un pueblo unido en una sola tarea, con un solo propósito, predicando un solo mensaje a un mundo que vive sin esperanza!
El tiempo es corto. El fin está cerca. El Señor vuelve pronto. No sabemos si volveremos a tener una oportunidad tan extraordinaria como esta. Salgamos con fe y oración, en el nombre del Señor, y él premiará nuestra labor. Pidamos que el Espíritu Santo nos ayude a dar con las personas que están buscando al Salvador. Una vez alguien nos llevó a los pies de Cristo. ¿No haremos ahora esa misma obra en favor de otros? Una vez Jesús dejó el cielo y vino a nuestro mundo para darnos salvación. ¿No podremos hoy, tú y yo, dar a conocer a otros esa salvación provista por Jesús? ¡No existe mayor gozo que este! ¡Llena tu alma con este santo gozo del Señor! ¡Disfruta de esta incomparable bendición!
[Equipo ASN, Por Marcos Blanco y Pablo Ale, adaptado de la Revista Adventista]

martes, 29 de marzo de 2011


Apuntes de Clase: El Bautizo de Cristo

Por: Héctor A. Delgado
Nota: El siguiente comentario constituye una reflexión sobre algunos aspectos teológicos que considero de interes en mis lecturas de los materiales de textos asignados por la universidad donde curso mi lecenciatura en teología.
PREGUNTA: ¿Qué significado tiene el hecho de Jesús se haya bautizado? ¿Por qué lo hizo? ¿En qué sentido nos representaba a nosotros en Su bautismo?
RESPUESTA: El bautismo de Cristo nos sorprende, porque sabemos que este rito debe ser practicado por personas que se han arrepentido de sus pecados. Y esto obviamente fue reconocido por Juan el Bautista, porque vemos que “resistía” el hecho de tener que bautizar al inmaculado Hijo de Dios. Sin embargo, Jesús fue claro en sus palabras: “Permítelo por ahora, que así nos conviene cumplir toda justicia” (Mat. 3:15, RVA).
El significado más común que se ve en este hecho es que tenemos aquí un ejemplo a seguir, Jesús se bautizó para darnos un ejemplo de cómo debemos ser bautizados, estableciendo así “un modelo para todo pecador salvado por gracia”. Por otro lado, algunos también ven en el bautizo de Jesús una forma de aprobación del ministerio del bautista. Pero estas respuestas dejan aun sin explicar la declaración “cumplir toda justicia”.
La Biblia Nueva Versión Internacional, en su nota sobre Mateo 3:15 nos da otras razones por la que Jesús fue bautizado: 1) “Cumplir con lo que es justo”(es como traduce “toda justicia”). Esto implicaba “que estaba consagrado a Dios y aprobado por Él […] Todas las justas exigencias de Dios respecto al Mesías se cumplieron en Jesús”. 2) El bautizo de Cristo representaba “la llegada del Mesías y el comienzo de su ministerio”. 3) En el bautizo, Jesús “se identificó totalmente con el pecado y los fallos del hombre, convirtiéndose así en nuestro sustituto”. El otro significado que señala la NVI es la que referimos primero en nuestra nota, pero la que más me llama a reflexión es el punto número tres. A continuación añadiremos algunos detalles que creemos también están presentes en el acto del bautizo de Cristo.
Marcos es muy enfático al decir que el bautismo de Juan era “de arrepentimiento para perdón de pecados” (Mar. 1: 4). Aún así Jesús participó de Él. Podemos estar seguro de algo: Jesús sabía muy bien lo que estaba haciendo. El hecho que nos maravilla es que, conociendo de aquel rito, participó humildemente con un propósito definido: “Cumplir toda justicia”.
La palabra “justicia” que aparece en la VRV 1960 parece ser una traducción correcta y encaja mejor con la propuesta numero tres de la NVI. Algunos eruditos incluso traducen la frase “toda justicia” como “todo requisito de justicia”[1]. De manera que, debemos seguir en procura de entender las razones por las que Jesús participó del bautizo de Juan. En el evangelio de Mateo, la primera vez que se menciona la palabra justicia es precisamente en este pasaje del bautizo de Cristo. La segunda, es en el Sermón del Monte: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mat. 5:6). La tercera está en el verso 10: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos”. La cuarta está en el verso 20: “Porque os digo, que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Ya en este pasaje la palabra “justicia” hace referencia a una justicia falsa, aquella que viene como resultado de una obediencia legalista de la Ley.
La siguiente referencia a la justicia (la sexta, también referida por nuestro Señor), aparece en el cap. 6:1: “Guardaos de ejercer vuestros actos de justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos. De esa manera no tendréis merced de vuestro Padre celestial”. La séptima referencia está en el verso 33: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. La siguiente referencia que Jesús hace de la justicia es en el contexto de la incredulidad de los judíos hacia el “camino de justicia” de Juan (Mat. 21:32, cf. 23:23).
Cabe señalar que siempre que la palabra Justicia aparece en el evangelio de Mateo (hasta donde pudimos notar), siempre es Cristo quien la usa. Y más aún, es el mismo Señor el que contrasta la justicia correcta (aceptable delante de Dios) y la justicia incorrecta, la que el Cielo no puede aprobar. Esta misma línea de pensamiento (la de una justicia verdadera y una justicia falsa) es seguida y desarrollada por el gran apóstol Pablo en sus famosas cartas a los Romanos y los Gálatas (Rom. 1:17; 3:5, 21, 22, 25; 4:6; 9:30-32; 10:1-4; Gál. 3:6-14, 21; cf. Fil. 3:9). Pablo, entonces, desarrolla en una forma sistemática y teológica la enseñanza de nuestro Señor Jesús sobre la justicia de Dios.
De manera que Jesús, en su persona y ministerio promueve una justicia que es necesaria indefectiblemente para sus seguidores, una justicia que no proviene de la obediencia legalista de la Ley, una justicia de la cual debemos estar “hambrientos”, y por la cual debemos incluso “padecer persecución” si fuera necesario. Podemos decir entonces que, siendo que la mayor necesidad que tienen los seres caídos en el pecado, es la de poseer la justicia de Dios, y siendo que no podemos obtenerla por nuestros propios esfuerzos (cf. Rom. 8:3), debemos volvernos entonces a la únicafuente donde podemos adquirirla: El Hijo de Dios (Fil. 3:9).
Podemos ahora entender porqué Jesús le dijo a Juan: “así conviene que cumplamos toda justicia”. El bautismo de Cristo era, como su ascensión a los cielos, un asunto de “conveniencia” para sus seguidores (cf. Jn. 16:7). El primer pasaje hace referencia a la justicia que Jesús estaba labrando para ser otorgada por la fe a sus seguidores (estos son sus méritos), y el segundo, a la necesidad de su partida a la Casa del Padre (cf. Jn. 14:1-3), que haría posible la llegada del Espíritu Santo como Agente regenerador y actualizador de la justicia.
De manera que podemos ver a Jesús en el bautismo actuando como nuestro Sustituto, quien al venir a esta tierra, no solo vivió una vida obediente, murió y resucitó por nosotros, sino que también se bautizó y experimentó arrepentimiento por nosotros. Esto hace posible que casos particulares como el ladrón en la cruz que no llegó a bautizarse (y otros que no llegan a conocer a Dios por medio de sus revelaciones especiales, cf. Rom. 1), puedan alcanzar la salvación por medio de los méritos del Hijo de Dios. Cristo es nuestro Sustituto en todas las cosas referentes a la salvación. Sus méritos lo abarcan todo. Nada quedó fuera de su ministerio redentor.
Referencia:
1 William Hendriksen, El Evangelio según San Mateo, comentario al Nuevo Testamento (Libros desafíos, 2003), p. 225, 226.

¿Cómo Debería Vestirme?

Por: Samuele Bacchiocchi

Probablemente son muy pocas las personas que permanecen indiferentes al deseo de vestirse de forma llamativa y adornarse con joyas costosas y cosméticos coloridos. Por lo tanto, no debería llamarnos la atención que a través de toda la historia bíblica y cristiana se hayan hecho frecuentes llamados para que la vestimenta sea sencilla y decente.
La enseñanza bíblica   respecto al vestir tiene en la actualidadad mucha importancia, especialmente porque la industria de la moda actúa con muy poco respeto por la dignidad del cuerpo humano creado por Dios.   En este artículo presentaré siete principios básicos que pueden servir de guía a los cristianos para formular su propia filosofía del arreglo personal. Para la formulación de los mismos principios, me he basado en el estudio de ejemplos, alegorías y admoniciones bíblicas relacionadas con la vestimenta, las joyas y los cosméticos. 1
Principio número uno
La vestimenta y la apariencia personal son un índice importante del carácter cristiano. La vestimenta y la apariencia personal constituyen poderosos comunicadores del lenguaje no hablado, ya que no sólo muestran el nivel socio-económico, sino también los valores del individuo. El conocido consejero de jefes ejecutivos acerca de “cómo vestirse para tener éxito”, William Thourlby, dice que “consciente o inconscientemente la ropa que nos ponemos revela el concepto que tenemos de nosotros mismos y que queremos que el mundo tenga de nosotros”.2 Desde hace bastante tiempo el mundo comercial reconoció la importancia que tiene la vestimenta y la apariencia personal en la venta de sus productos, servicios e imagen que proyecta una compañía.
La Biblia también reconoce la importancia de la vestimenta. Implícitamente, lo indica en el simbolismo de vestir de manera sencilla para representar la provisión de Dios (“ropaje de salvación”, Isaías 61:10; ver también Apocalipsis 3:18; 1 Pedro 5:5)* y la vestimenta inmodesta para representar el adulterio y la apostasía espiritual (Ezequiel 23:40-42; Jeremías 4:30; Apocalipsis 17:4-6). Lo indican explícitamente las múltiples historias, alegorías y consejos relacionados con el atuendo y adorno adecuados e inadecuados.
La Biblia considera que nuestra apariencia externa es un testimonio visible y silencioso de nuestros valores morales. Algunos visten y se adornan con ropa y joyas costosas como para agradarse a sí mismos y a los demás. Quieren ser admirados por su riqueza, poder o por su nivel social. Otros se visten de acuerdo con cierto tipo de moda para ser aceptados por sus iguales. Pero los cristianos se visten para dar gloria a Dios. Para ellos la vestimenta es importante porque es como el marco del cuadro de Aquel a quien ellos sirven. Elena White lo expresó muy bien cuando escribió: “No existe una forma mejor para que su luz brille sobre los demás que su sencillez en el vestir y en su conducta. Puede mostrarle a todos que, en comparación con las cosas eternas, usted le da su debido lugar a las cosas de esta vida”.3
Como cristianos no podemos decir: “¡Mi apariencia es asunto mío!”, porque nuestra apariencia refleja a nuestro Señor. Mi casa, mi apariencia personal, mi vehículo, el uso que le doy al tiempo y al dinero, todo indica la forma en que        Cristo cambió mi vida desde adentro hacia afuera. Cuando Jesús entra en nuestra vida, no cubre nuestras imperfecciones con polvo cosmético. Todo lo contrario, él nos limpia completamente obrando desde el interior, lo cual se refleja en nuestra apariencia externa.
Una persona con una sonrisa radiante en un rostro limpio y vestida con gusto es el testimonio más elocuente de que Cristo ha transformado su vida. Una apariencia y un peinado demasiado sofisticados, los adornos de joyas y la ropa extravagantes, no revelan una personalidad centrada en Dios, sino la imagen artificial de un hombre o una mujer centrados en sí mismos.
Principio número dos
El adornarse con joyas brillantes, cosméticos coloridos y ropa lujosa revela el orgullo y la vanidad internos, que resultan ser destructivos para nosotros y para los demás. Esta verdad sale a luz en forma implícita en varios ejemplos negativos y en forma explícita en los consejos de los apóstoles Pedro y Pablo.
Isaías reprobó a las mujeres judías ricas por el orgullo que mostraban al adornarse desde la cabeza hasta los pies con joyas brillantes y vestidos costosos para seducir a los dirigentes, quienes eventualmente llevaron a toda la nación a la desobediencia y al castigo divino (Isaías 3:16-26).
En la Biblia, Jezabel se destaca por sus denodados esfuerzos para seducir a los israelitas y llevarlos a la idolatría. La corrupción de su corazón se revela en el esfuerzo que hizo en su hora final para estar lo más seductora posible pintándose los ojos y adornándose para la llegada del nuevo rey, Jehú (2 Reyes 9:30). Pero el rey no se dejó seducir y Jezabel murió la más ignominiosa de las muertes. Por este motivo su nombre ha llegado a ser en la historia bíblica un símbolo de seducción (Apocalipsis 2:20).
Ezequiel dramatiza la apostasía de Israel y de Judá por medio de la alegoría de dos mujeres, Ahola y Aholiba, quienes, al igual que Jezabel, se pintaban los ojos y se ataviaban con adornos para seducir a los hombres y llevarlos al adulterio (Ezequiel 23).  Encontramos nuevamente en esta alegoría que los cosméticos y los adornos están asociados con la seducción, el adulterio, la apostasía y el castigo divino.
Jeremías también usa una alegoría semejante para representar el abandono político de Israel, quien vanamente trata de atraer a sus antiguos e idólatras aliados (Jeremías 4:30). También en este caso los cosméticos y las joyas fueron usados para seducir a los hombres y hacerlos caer en el adulterio.
Juan el revelador ofrece un retrato profético para describir a la gran ramera “vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas” (Apocalipsis 17:4). Esta mujer impura, que en el tiempo del fin representa al poder religioso y político apóstata, seduce a los habitantes de la tierra para que cometan con ella   fornicación espiritual. En un contraste muy claro, la novia de Cristo, quien representa a la iglesia, está vestida de manera recatada y pura, de lino fino, sin adornos exteriores (Apocalipsis 19:7, 8).
Como vemos, salvo en pocas excepciones metafóricas (Isaías 61:10; Jeremías 2:32; Ezequiel 16:9-14), tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento relacionan el uso de cosméticos coloridos, joyas brillantes y ropa llamativa con la apostasía y la rebelión contra Dios. El condena su uso. También los apóstoles Pablo y Pedro reiteran en forma positiva en el Nuevo Testamento lo que se enseña en forma implícita en el Antiguo Testamento por medio de ejemplos negativos.
En efecto, ambos apóstoles contrastan el adorno apropiado de las mujeres cristianas con los adornos inadecuados de las mujeres mundanas. Los dos apóstoles nos ofrecen básicamente la misma lista de adornos inadecuados (1 Timoteo 2:9, 10:1; 1 Pedro 3:3, 4 y reconocen que, tanto en el caso de las mujeres como en el de los hombres, los adornos exteriores del cuerpo son inconsistentes con los adecuados adornos internos del corazón, el espíritu y las acciones benévolas.
Principio número tres
Para experimentar la renovación espiritual y la reconciliación con Dios, es necesario desprenderse de todos los objetos idolatrados externos, incluyendo las joyas y los adornos. Esta verdad está muy bien expresada en la experiencia que tuvo la familia de Jacob en Siquem y en la de los israelitas en el Monte Horeb. En ambos casos, para efectuar la reconciliación con Dios, se quitaron los adornos.
En Siquem Jacob amonestó a los miembros de su familia a desprenderse de sus ídolos y adornos exteriores (Génesis 35:2, 3) al prepararse para la purificación espiritual que quería llevar a cabo junto al altar que quería construir en Bethel. La respuesta fue excelente: “Así dieron a Jacob todos los dioses ajenos que había en poder de ellos, y los zarcillos que estaban en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de una encina que estaba junto a Siquem” (Génesis 35:4).
En el Monte Horeb Dios exigió que los israelitas se quitasen los adornos como prueba de que su arrepentimiento por haber adorado el becerro de oro era sincero: “Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer” (Exodo 33:5). Nuevamente la respuesta del pueblo fue positiva: “Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb” (Exodo 33:6). La frase “desde el monte Horeb” indica que allí los arrepentidos israelitas se comprometieron a abandonar el uso de adornos para mostrar su sincero deseo de obedecer a Dios. Tanto en Siquem como en el monte Horeb el quitarse los adornos de joyas ayudó a preparar al pueblo   para la renovación de su pacto con Dios.
Estas experiencias nos enseñan que el uso de joyas como adorno contribuye a la rebelión contra Dios porque alimenta la glorificación de uno mismo, y que el hecho de desprenderse de ellas ayuda a la reconciliación con Dios pues estimula una actitud de humildad. Por lo tanto, para experimentar una renovación y reforma espiritual, necesitamos sacar de nuestros corazones los ídolos que acariciamos, ya sean ellos la exaltación propia, los logros profesionales o las posesiones materiales, para reemplazarlos por la devoción a Dios.
Principio número cuatro
Los cristianos deberían vestirse en forma modesta y sentadora, evitando los extremos. Encontramos este principio en el uso que Pablo le da al término kosmios(bien ordenado) para describir el adorno apropiado del cristiano (1 Timoteo 2:9). Al referirse a la vestimenta, el término significa que los cristianos deben vestirse condecoro, pudor y modestia. Este principio presenta un desafío para que estemos atentos a nuestra presentación personal, pero evitando los extremos.
El vestirse modestamente incluye que la ropa debe cubrir el cuerpo de tal manera que los demás no se sientan avergonzados o tentados. Este principio es muy importante en nuestros días cuando la industria del vestido trata de vender ropa, joyas y cosméticos que explotan las poderosas atracciones sexuales del cuerpo humano, aún cuando esto implique comercializar productos inmodestos que fomentan el orgullo y la sensualidad.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que podemos violar el código cristiano de vestir de manera apropiada tanto si le dedicamos demasiada atención como si descuidamos nuestra apariencia personal.
Elena White aconsejó: “Vestíos pulcra y atractivamente, pero no os convirtáis en el objeto de observaciones ya sea por estar demasiado ataviados o por vestiros de una forma descuidada y desaseada. Proceded como si supierais que el ojo del cielo está sobre vosotros y que vivís bajo la aprobación o desaprobación de Dios (Manuscrito 53, 1912)”.4
Principio número cinco
Los cristianos deberían vestirse en una manera apropiada y decente, mostrando respeto por Dios, por sí mismos y por los demás. Este principio lo encontramos en el uso que Pablo le da al término aidos (decencia, reverencia) para describir el adorno adecuado para el cristiano (1 Timoteo 2:9). Los cristianos muestran reverencia y respeto cuando se visten decente y prudentemente, sin provocar vergüenza a Dios, a los demás y a sí mismos.
Este principio es muy importante en la actualidad porque la industria del vestido rechaza constantemente el respeto y la decencia como la base para estimular las relaciones humanas. La Biblia condena expresamente el mirar lascivo: “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). La ropa muy escotada o muy ceñida que promueven algunos de los principales diseñadores de la moda, despiertan las pasiones bajas en el corazón de los que la usan y contribuye a la depravación de nuestra época. Al vestirse con modestia, los cristianos juegan un papel clave para mantener la moralidad pública.
Dios nos aconseja que nos vistamos modesta y decentemente, no sólo para prevenir el pecado, sino también para preservar nuestra intimidad. Es verdad que los que quieran pecar pecarán sin importar cuán modestamente se vista la gente que ven. El propósito de vestirse con modestia no es sólo para prevenir los deseos lascivos, sino también para preservar algo que es muy frágil y sin embargo fundamental en la sobrevivencia de una relación matrimonial: la habilidad de mantener una relación profunda e íntima con su cónyuge. Si se quiere que el matrimonio dure toda la vida, como fue la intención de Dios, el esposo y la esposa deben esmerarse para preservar, proteger y nutrir su intimidad. La modestia y la decencia preservarán el gozo de la intimidad mucho después que hayan dejado de tocar las campanas de boda.
Principio número seis
Los cristianos deberían vestirse sobriamente, resistiendo el deseo de exhibirse.Este principio se encuentra en el uso que Pablo le da al término sophrosune(sobriamente) para describir el adorno cristiano adecuado (1 Timoteo 2:9). Ese término denota una actitud mental de control propio y una actitud que determina todas las otras virtudes. El apóstol reconoce que el control de sí mismo es indispensable para que un cristiano se vista modesta y decentemente.
Pablo describe a la mujer cristiana convertida como una que se viste sobriamente al restringir su deseo de exhibirse y viste “no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos” (1 Timoteo 2:9). Su apariencia no dice: “Mírenme, admírenme”, sino: “Miren cómo Cristo me ha cambiado desde adentro hacia afuera”. Una mujer o un hombre cristianos que fueron liberados de la preocupación de ser el objeto de admiración no temerán usar la misma ropa varias veces, si ésta está bien confeccionada, es modesta y le sienta bien.
El consejo de Pablo en cuanto a controlar el deseo de comprar o usar ropa costosa (1 Timoteo 2:9) también señala el principio cristiano de mayordomía.   Los gastos que van más allá de nuestras posibilidades son incompatibles con el principio cristiano de mayordomía. Aun cuando pudiésemos comprar ropa cara, no debemos permitirnos gastar los medios que Dios nos ha dado en tiempos   cuando existen tantos necesitados que claman para que los ayudemos y para alcanzar a los que no han recibido el mensaje del evangelio.
Principio número siete
Los cristianos deberían respetar las diferencias de sexo en el vestir y usar ropa que confirma su identidad masculina o femenina. Este principio se enseña en la ley que encontramos en Deuteronomio 22:5, que prohíbe usar la ropa del sexo opuesto. Un comentario bíblico, que refleja un punto de vista ampliamente aceptado por los eruditos, destaca que “el objetivo inmediato de esta prohibición no era prevenir la promiscuidad, o de oponerse a las prácticas idólatras…sino mantener la santidad de la diferencia de los sexos, la cual fue establecida en la creación del hombre y de la mujer”.5
Este concepto tiene una gran importancia en la actualidad, pues ahora en el mundo de la moda ya no se grita: “¡Viva la diferencia!”, sino: “¡Viva la igualdad!”. Realmente, la similaridad de cierto tipo de peinado y ropa de hombres y mujeres es tan grande que uno no puede estar completamente seguro si dos jóvenes que van caminando son dos muchachos, dos chicas o un muchacho y una chica.
La Biblia considera que es importante preservar las diferencias sexuales en el vestir. Estas diferencias son fundamentales para nuestra comprensión de quiénes somos y el papel que Dios desea que cumplamos. La ropa que usamos define nuestra identidad. Si un hombre desea ser tratado como mujer, lo más probable es que use artículos femeninos como joyas, perfume y ropa ornamentada. Si una mujer desea ser tratada como un hombre, lo más probable es que guste vestirse como tal.
La Biblia no especifica sobre el estilo de ropa que los hombres y las mujeres deberían usar porque reconoce que el estilo lo dicta el clima y la cultura. Sin embargo, nos enseña el respeto por la diferencia de sexos en el vestir, así como lo acepta nuestra cultura, lo cual quiere decir que, como cristianos, cuando compramos ropa, debemos preguntarnos: ¿Confirma esta ropa mi identidad sexual, o me hace parecer como si fuera del otro sexo? Siempre que te parezca que cierto tipo de ropa no pertenece a tu sexo, sigue tu conciencia: No la compres, aun cuando esté de moda.
No es siempre fácil para un cristiano encontrar ropa que confirme su sexo, especialmente ahora que el estilo de la moda trata de borrar las diferencias; es más, nunca ha sido fácil vivir de acuerdo con los principios bíblicos. Sin embargo, tenemos un llamado cristiano: no conformarnos a los valores y estilos de nuestra sociedad, sino, con el poder de Dios, ser una influencia transformadora en este mundo.
Conclusión
La ropa no hace a un cristiano, pero los cristianos revelan su identidad por medio de su ropa y apariencia. La Biblia no estipula la ropa que debe usar un cristiano ni establece un uniforme para el mismo. Sin embargo, aconseja la sencillez y simplicidad del estilo de vida de Cristo, lo cual incluye nuestra vestimenta y apariencia.
El seguir a Jesús en la forma en que nos vestimos y adornamos significa permanecer separados de la multitud y no pintarnos ni enjoyarnos ni engalanar nuestros cuerpos como lo hacen muchos de nuestros contemporáneos; lo cual requiere valor y discernimiento; valor para no conformarnos con los seductivos dictados de la moda, sino para ser transformados por las sensatas instrucciones de la Palabra de Dios (Romanos 12:2), y discernimiento para distinguir entre el capricho de la moda que cambia y el estilo sensato que permanece; valor para demostrar el amor del carácter de Cristo, no por medio del adorno exterior de nuestro cuerpo “con oro o perlas o ropas costosas” (1 Timoteo 2:9), sino con la hermosura interna de nuestras almas y la quietud de espíritu que son preciosos a los ojos de Dios (1 Pedro 3:3, 4); valor para vestirnos no para glorificarnos a nosotros mismos, sino para glorificar a Dios con   nuestra vestimenta modesta, decente y sobria.
Nuestra apariencia externa es un testigo mudo constante de nuestra identidad cristiana. Ojalá muestre al mundo que vivimos para glorificar a Dios y no a nosotros mismos.
Samuele Bacchiocchi (Doctor en Teología de la Ponticia Universidad de Roma) enseñaba teología e historia de la iglesia en la Universidad Andrews cuando escribió este artículo. Fue autor de varios libros, como The Marriage Covenant, Wine in the Bible, The Advent Hope for Human Hopelessness y Del sábado al domingo. El Dr. Samuelle Bacchiocchi falleció en el año 2010.
*Todos los pasajes bíblicos son de la versión Reina Valera Revisada (1960).
Notas y Referencias:
1. Este artículo fue adaptado de mi libro Christian Dress and Adornment (Berrien Springs, Michigan.: Biblical Perspectives, 1994). Se lo puede obtener en los SEHS de EE. UU. de N.A. o solicitarlo por correo a Biblical Perspectives, 4990 Appian Way, Berrien Springs, Michigan, 49103, EE.UU. de N.A. Su costo es US$13.00, con franqueo incluido.)
2. William Thourlby, You Are What You Wear (New York New American Library, 1980). p. 52.
3.   Ellen White, Testimonies for the Church (Mountain View, Calif.: Pacific Press Publ. Assn., 1948), t. 3, p. 376.
4. ____________, Conducción del niño (Asociación Publicaciones Interamericanas, 1992) p. 388.
5. C.F. Keil y F. Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament (Edinburgh: T. y   T. Clark, 1873). J. Ridderbos afirma algo parecido: “Estas prohibiciones tienen el objetivo de inculcar respeto por el orden de la creación y de diferenciar los sexos y género que ese orden presenta” (Deuteronomy [Grand Rapids, Mich.: Regency Reference Library, 1984], p.135). Ver también The Interpreter’s Bible (Nashville, Ten.: Abingdon, 1981), vol. 2. p. 464; The Expositor’s Bible Commentary (Grand Rapids, Mich.: Zondervan, 1992), t. 3, p. 135.

¿Aún son Válidas las Leyes de Animales Limpios e Inmundos?

Por: Ángel Ml. Rodríguez
Algunos eruditos adventistas estudiaron la ley de animales limpios/inmundos logrando interesantes resultados. Junto con darlos a conocer, añadiré mis comentarios personales.
1. La ley de Levíticos 11 es única en la BibliaDe acuerdo con el ritual de Levítico, lo inmundo tiene dos características básicas.Primero, la condición de inmundo se adquiere por el contacto directo o indirecto ya sea con sangre, cuerpo muerto o esqueleto, etc.. Segundo. Este tipo de impureza se podía eliminar valiéndose de una ceremonia apropiada para esa finalidad, razón por la cual se la denominaba ritual de la impureza. No guardaba relación con las impurezas de los animales inmundos.
Este tipo de impurezas es de naturaleza esencialmente diferente, por cuanto no era adquirida: estaba en la naturaleza del animal, lo que quiere decir que eran inmundos de forma permanente. Por este motivo no existía ritual que pudiera librarlos de la impureza que le era propia, por cuanto no llegaron a ser inmundos por causa de algún contacto con elementos impuros.
Además, la inmundicia de estos animales no se transfería al tocarlos. Los israelitas podían entrar en contacto con ellos, ya sea directo o indirecto, sin que tuvieran que ser considerados inmundos. En efecto, ellos criaban animales inmundos para destinarlos a diferentes trabajos. Por ejemplo, utilizaban burros, caballos y camellos para el transporte de carga y de personas. Su impureza no afectaba de manera alguna a los israelitas. La persona llegaba a ser inmunda únicamente por consumir la carne de los animales que no eran limpios y, en este caso, no había ni un ritual a ser seguido con la finalidad de eliminar la impureza por haberlos comido. Se esperaba que los israelitas simplemente obedecieran al Señor. Debería también añadir que un animal después de morir podía llegar a ser ritualmente impuro, y la impureza del que lo tocara podía ser eliminada. Con esto observamos claramente que la condición natural de impureza del animal era diferente de la ritual.
2. La ley también se registra en Deuteronomio 14El hecho que la ley haya sido registrada en el libro mencionado es muy significativo, por cuanto Deuteronomio no se ocupa de las leyes ceremoniales. En este caso particular no existe discusión en el contexto de la impureza ritual. Deuteronomio 13 es una exhortación a adorar sólo al Señor. La última parte guarda relación con las leyes para el diezmo. Entre ellas figura el tema de los animales impuros. Esto sugiere que la ley de los animales impuros era una ley alimentaria de naturaleza diferente de la ceremonial.
3. La distinción animales limpios/impuros es anterior a MoisésLa ley que establece la diferencia entre animales limpios e impuros es mencionada por primera vez en la Biblia en el relato del diluvio, antes de que existiera cualquier israelita (Gén. 7:2, 3). En el contexto del cambio en la dieta humana, mientras dos pares de animales inmundos entraron en el arca, en cambio, de los limpios fueron preservados de a 7 pares. Esto sugiere que los limpios deberían utilizarse para la alimentación de Noé y de su familia sin el riesgo de que alguna especie en particular se extinguiera.
4. La motivación de la santidadLa razón que da el texto bíblico justifica la reglamentación singular con relación a la santidad: “Yo soy Jehová, vuestro Dios. Vosotros por tanto os santificaréis y seréis santos, porque yo soy santo” (Lev. 11:44). El contraste es entre lo impuro y lo santo. En el Antiguo Testamento la impureza es una metáfora del imperio de la muerte. Lo santo es aquello que pertenece a Dios y, por lo tanto, constituye un símbolo de la vida. La ley establecida busca preservar la vida de la gente, razón por la cual trata de mantenerla alejada de la esfera de la muerte; esto es, del ámbito de la enfermedad y del sufrimiento.
5. Es una ley alimentariaEs tan obvio que la gente lo pasa por alto. Esta ley regulaba el tipo de carne que a los israelitas se les permitía consumir y, por lo tanto, formaba parte de una antigua tradición alimentaria dada por Dios a su pueblo. Dios siempre se interesó en la alimentación de sus hijos. A Adán y a Eva les dio frutas y granos (Gén. 1:29). Después de la caída les permitió comer “plantas del campo” (Gén. 3:18) y, finalmente, instruyó a Noé para que comieran carne (9:3). A los seres humanos Dios los hizo parcialmente responsables del cuidado de la vida, dándoles instrucciones acerca de cómo preservarla para su gloria (1 Cor. 10:31). El señorío de Cristo comprende también nuestros cuerpos, por cuanto él se interesa por el bienestar de nuestra dimensión física tanto como del bienestar espiritual (1 Cor. 6:19, 20; 3 Juan 2).
No existe evidencia en el Nuevo Testamento que indique que por intermedio de su sacrificio Cristo haya eliminado la ley de los animales limpios/inmundos.

¿Qué es el Pecado de Muerte?

Por: Héctor A. Delgado
Nota: El siguiente comentario constituye una reflexión sobre algunos aspectos teológicos que considero de interes en mis lecturas de los materiales de textos asignados por la universidad donde curso mi lecenciatura en teología.
Pregunta: ¿Cómo entiende usted el “pecado de muerte” en 1 Juan 5.16-17?
Respuesta: El texto dice: “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte.  Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte” (VRV 1960).
Parece ser que Juan usa un caso hipotético para ilustrar una verdad importante. Se deduce fácilmente que el Apóstol está hablando del cristiano que conoce claramente lo que es pecado (cap. 1:6; 2:1; 4:20). Es obvio que Juan está interesado en que sus lectores comprendan su idea, pues en pocas palabras habla tres veces del “pecado que no lleva a la muerte” y lo contrasta con el Pecado que lleva a la muerte” (NVI). Tres en oposición a uno revela que Juan quiere que quede claro que “Dios […] dará vida” solamente al que ha cometido la primera clase de pecado, y como resultado de la oración intercesora.
Nuestra pregunta nos pide explicar el “pecado que lleva a la muerte”, pero parecería necesario considerar primero lo que se omite para luego poder explicar lo que se nos pide.
En los versos 14-15 Juan nos dice que podemos tener seguridad de que Dios ciertamente nos dará lo que pedimos, pero solo de esta manera: “si pedimos conforme a su voluntad”. De manera que estas palabras motivan a los cristianos no a tener una seguridad incondicional, sino a “indagar la voluntad del Señor y a amoldar sus peticiones en armonía con el designio divino”, sirven de contexto para las declaraciones de los versos 16-17.
De esta manera, la expresión “si alguno ve a su hermano” limita el consejo inspirado a la comunidad de creyentes. Sin embargo, el Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI, Nuevo Testamento, basado en la expresión “le dará vida”, nos dice que eso “significa que no era creyente hasta ese momento”. Pero el lenguaje de Juan es inequívoco: “Si alguno ve a un hermano”. Entonces estamos hablando de cristianos que cometen pecado estando en la fe, sin renunciar al camino de Dios.
Cabe destacar que la expresión “cometer pecado” significa literalmente “pecando pecado”, es decir, en el mismo acto de pecar. Entonces, el deber del que ha visto al “hermano” en el “mismo acto de pecado” es orar por él en procura de que Dios sea favorable a su caso particular. Siendo que el “hermano” no ha sido sorprendido en un pecado de abierta rebelión contra Dios, sino en un “acto de pecado” que “no es de muerte” debemos orar por él. Esto dará seguros resultados ya que “podemos tener la seguridad” de que Dios nos escuchará. Esto implica que, el “hermano” será inducido al arrepentimiento del pecado cometido. Solo en este sentido la falta cometida no será “pecado para muerte” (traducción lit.).
Parecería ser que Juan sigue la misma línea de pensamiento de Levítico, que considera los diferentes tipos de pecados para los cuales las estipulaciones del antiguo sistema de ley hacían provisión. Y precisamente en relación con todo el pueblo (lo antigua comunidad de creyentes). Levítico 4:1 nos habla del pecado “por inadvertencia” (BJ), es decir, del pecado que se cometía sin malas intenciones, inadvertidamente, descuidadamente, sin pensar.
También se habla del pecado del sumo sacerdote que hacía “culpable al pueblo” (BJ). El pecado siempre tiene serias repercusiones sobre la persona que lo comete y sobre la comunidad a la que pertenece, aun sea un pecado involuntario. Ya podemos comprender la preocupación de Juan al puntualizarnos que “si alguno ve algún hermano” en el “mismo acto de pecado”, entonces debe orar para que Dios “le de vida”, le restituya, le otorgue su perdón.
El Antiguo Testamento nos habla también del pecado intencional, el pecado que se cometía con “soberbia” (lit. “con mano altiva”), con intención expresa (Núm. 15:30-33). Para este tipo de pecado el sistema de sacrificio no tenía una solución, la persona sencillamente tenía que morir. Por consiguiente, una persona que moría así no era objeto de esperanza para una vida futura, es decir, no se levantaría en la “resurrección de los justos”. Por consiguiente, parecería ser que Juan tenía en mente esta situación particular al hablarnos del pecado que “no lleva a la muerte” y del “pecado que lleva a la muerte”. Pero, como la iglesia cristiana no se regía por un sistema de ley que le permitía ejecutar penas capitales, la advertencia de “muerte” quedaba en las manos de Dios y del culpable. Dios podía elegir quitarlo del campamento (como el caso de Ananías y Safira), o el mismo pecador podía exponerse a situaciones particulares en las que perdiera la vida. Pero podía también continuar viviendo en su “condición de rebelión”, lo que le exponía inevitablemente a la perdida de la vida física en el futuro, y también a la pérdida irreparable de la vida espiritual en el lago de fuego, la segunda muerte (cf. Apoc. 20:15).
Ahora estamos listos para ver el “pecado de muerte”. No es fácil determinarespecíficamente el pecado referido aquí por el apóstol Juan, ya que no lo define en particular. Esperaríamos que si Juan hubiera conocido un pecado específico que pudiera dejar a una persona sin esperanza de salvación, nos hubiera  dado los detalles con el propósito de que nos apercibiéramos para no caer en semejante condenación. Por consiguiente estamos en el deber de hacer diferencia entre el pecado intencional (mano alzada) y el pecado involuntario que ya hemos analizado. “Los pecados cometidos por los que realmente anhelan servir a Dios, pero cuya voluntad es débil y sus hábitos son poderosos, son muy diferentes a los pecados que se cometen a sabiendas desafiando atrevida y voluntariamente a Dios. La actitud y el motivo determinan más la diferencia que el pecado mismo; en éste sentido hay diferencias de pecado a pecado. Un error leve, del que rápidamente uno se arrepiente y es perdonado, no es un pecado para muerte. El pecado grave, en el que se cae súbitamente por no haber mantenido el poder espiritual, aún no es un pecado para muerte si hay un verdadero arrepentimiento. Pero no querer arrepentirse hace inevitable la muerte final”.
La Nueva Versión Internacional observa que el pecado de muerte, entendido en el contexto de la epístola “escrita contra las enseñanzas gnósticas, que negaba la encarnación y rechazaba toda restricción moral, es probable […] se refiera a la inflexible persistencia de la verdad y a la desvergonzada  inmoralidad de los falsos profetas. Esta clase de pecado impenitente conduce a la muerte espiritual y física”.
Pero la expresión “si alguno ve a su hermano” parece demandar un contexto teológico y no histórico para entender la declaración de Juan. La Biblia de Estudio Ryrie parece entender aquí exclusivamente el pecado que conduce a la muerte física.
William Barclay nos dice que “el pecado que va hacia la muerte” (como el traduce literalmente la frase), es terrible no tanto por lo “que es en sí mismo sino dónde termina sí uno persiste en el”.
Luego hace diferencia entre dos clases de pecadores, los que “pecan contra su voluntad”, y los que “pecan deliberadamente”. Los primeros están “dentro de la esfera del perdón”, pero para los segundos “la idea del arrepentimiento no puede entrar en sus cálculos”.
“El pecado de muerte es el estado de la persona que ha escuchado el pecado y se ha negado a escuchar a Dios tan a menudo que ama su pecado y lo considera la cosa más normal y agradable del mundo”.
Hay diferencia entre la oración que hacemos por nosotros mismos y la oración que hacemos por los demás. De manera que “cuando se trata de una tercera persona, debemos recordar que ella también tiene una voluntad.  Si se niega a arrepentirse, todas nuestras oraciones y toda la obra que Dios pueda hacer y que nos induzca a hacer no forzará esa voluntad. Cuando Dios prefirió no forzar al hombre a permanecer sin pecado, también renunció al poder de obligar a un pecador a arrepentirse.
“Esto no significa que no debemos seguir orando por los que se han apartado de la senda de justicia, o que nunca se han entregado al Salvador. No significa que no habrá muchas conversiones notables como resultado de las oraciones frecuentes y fervientes por los fieles.  Lo que Juan está señalando es que es inútil orar pidiendo perdón por un pecador que se niega a arrepentirse de su pecado. Pero mientras la persona tenga vida debemos continuar orando, pues no podemos saber con certeza cuándo una persona se ha alejado definitivamente de Dios”.
Si debemos orar o no, no es ordenado por Juan. El sencillamente dice: “Yo no digo” o como traduce la NVI: “[…] en ese caso no digo que se ore por él”. Nuestra parte es poner en práctica la voluntad de Dios, quien quiere que “se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acción de gracias por todos los hombres” (1 Tim. 2:1).
Por consiguiente, parece razonable entender el “pecado que conduce a la muerte” como el “pecado imperdonable” (Mat. 12:31), un pecado que por defecto, sólo Dios sabe cuándo es cometido por alguien y que no consiste sencillamente en un acto aislado. Si una persona resiste indefinidamente la obra de convicción del Espíritu Santo “la idea del arrepentimiento no puede entrar en sus cálculos”.
Referencias:
1 Comentario Bíblico Adventista, tomo  VII, pp. 696, 697.
2 Nota sobre 1 Juan 5:16-17, p. 2008.
3 p. 1768. Así mismo, Roberto Jamieson, A. R. Fausset y  David Brown, en El Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia, Tomo II (Casa Bautista de Publicaciones).
4 Comentario al Nuevo Testamento, 17 tomos en 1 (Editorial CLIE, 1999), p. 1063.
5 Ibíd.
6 Comentario Bíblico Adventista, tomo VII, p. 697.

viernes, 25 de marzo de 2011



Profecías sobre Jesús – Mesías

October 19, 2009| sob o tema Profecías. por Elkeane Aragão
Seria “simiente de una mujer”
Profecía: Génesis 3:15
Cumplimiento: Gálatas 4:4; Lucas 2:7; Apoc. 12:5; Mat. 1:18
Seria descendiente de Abraham
Profecía: Génesis 18:18 (12:3)
Cumplimiento: Hech 3:25; Mateo 1:1; Lucas 3:34; Gál. 3:16
Seria descendiente de Isaac (hijo de Abraham)
Profecía: Génesis 17:19
Cumplimiento: Mateo 1:2; Lucas 3:34
Seria descendiente de Jacob (Hijo de Isaac)
Profecía: Números 24:17 y Génesis 28:14
Cumplimiento: Lucas 3:34; Mateo 1:2
Descendería de la Tribu de Judá
Profecía: Génesis 49:10
Cumplimiento: Lucas 3:33; Mateo 1:2-3
Descendiente de David
Profecía: Jer. 23:5 y 6
Cumplimiento: Mateo 22:41-46
Seria heredero del trono de David
Profecía: Isaías 9:7 y 11:1-5; II Samuel 7:13
Cumplimiento: Mateo 1:1 y 6
Su lugar de nacimiento
Profecía: Miqueas 5:2
Cumplimento Mateo 2:1; Lucas 2:4-7
La época de nacimiento
Profecía: Daniel 9:25, Lucas: 2:1-2 y 2: 3-7
Nacido de una virgen
Profecía: Isaías 7:14
Cumplimiento: Mateo 1:18; Lucas 1:26-35
El exterminio de los niños
Profecía: Jeremías 31:15
Cumplimiento: Mateo 2:16-18
La huida para Egipto
Profecía: Oseas 11:1
Cumplimiento: Mateo 2:14 y 15
Juan el Batista preparando el camino
Profecía: Malaq. 3:1; Isa. 40:3; II Rey 1:8
Cumplimiento: Mat. 3:3; Mar. 1:4 y 6
Su ministerio en Galilea
Profecía: Isaías 9:1 y 2
Cumplimiento: Mateo 4:12-16
Curaría enfermedades, y cargaría Él mismo nuestros sufrimientos
Profecía: Isaías 53:4
Cumplimiento: Mat. 8:17
Su ministerio en la región de Zebulom e Neftalí
Profecía: Isaías 9:1 e 2
Cumplimiento: Mateo 4:15-16
Como profeta
Profecía: Deuteronomio 18:15
Cumplimiento: Juan 6:14; 1:45; Hech 3:19-26
Como siervo de DIOS
Profecía: Isaías 42:1-4
Cumplimiento: Mateo 12:18-21
Hablaría por parábolas
Profecía: Salmos 78:2
Cumplimiento: 13:35
Seria sacerdote como Melquisedec
Profecía: Salmos 110:4
Cumplimiento Habacuc 6:20; 5:5 y 6; 7:15-17
Desprecio por parte de los judíos
Profecía: Isaías 53:3
Cumplimiento: Juan 1:11; 5:43; Lucas 4:29; 17:25; 23:18
Algunas de sus características
Profecía: Isaías 11:2; Salmos 45:7; Isaías 11:3 e 4
Cumplimiento: Lucas 2:52; 4:18
Su entrada triunfal en Jerusalén
Profecía: Zacarías 9:9; Isaías 62:11
Cumplimiento: Juan 12:12-14; Mateo 21:1-11
Seria traicionado por un amigo
Profecía: Salmos 41:9
Cumplimiento: Marcos 14:10 y 43-45; Mateo 26:14-16
Seria vendido por treinta monedas de plata
Profecía: Zacarías 11:12 y 13
Cumplimiento: Mateo 26:15; 27:3-10
El dinero sería devuelto para comprar el campo de un alfarero
Profecía: Zacarías 11:13
Cumplimiento: Mateo 27:6 y 7; 27:3-5; 8-10
El lugar de Judas debía ser ocupado por otro
Profecía: Salmos 109:7 y 8
Cumplimiento: Hech 1:16-20
Testigos falsos lo acusarían
Profecía: Salmos 27:12; 35:11
Cumplimiento: Mateo 26:60 y 61
Permanecería en silencio cuando fuese acusado
Profecía: Isaías 53:7; Salmos 38:13-14
Cumplimiento: Mateo 26:62 y 63; 27:12-14
Seria golpeado y escupido
Profecía: Isaías 50:6
Cumplimiento: Marcos 14:65; 15:17; Juan 19:1-3; 18:22
Seria odiado sin motivo
Profecía: Salmos 69:4; 109:3-5
Cumplimiento: Juan 15:23-25
Sufriría substituyéndonos a nosotros
Profecía: Isaías 53:4-6 y 12;
Cumplimiento: Mateo 8:16 y 17; Rom. 4:25; I Col. 15:3
Seria crucificado con pecadores
Profecía: Isaías 53:12
Cumplimiento: Mateo 27:38; 15:27 y 28; Lucas 23:33
Sus manos y pies serían traspasados
Profecía: Salmos 22:16; Zacarías 12:10
Cumplimiento: Juan 20:27; 19:37; 20:25 y 26
Seria escarnecido e insultado
Profecía: Salmos 22:6-8
Cumplimiento: Mateo 27:30-44; Marcos 15:29-32
Le darían vinagre mezclada con hiel
Profecía: Salmos 69:21
Cumplimiento: Juan 19:29; Mateo 27:34 y 48
Escucharía palabras proféticas con burlas
Profecía: Salmos 22:8
Cumplimiento: Mateo 27:43
Oraría por sus enemigos
Profecía: Salmos 109:4; Isaías 53:12
Cumplimiento: Lucas 23:34
Su lado seria traspasado
Profecía: Zacarías 12:10
Cumplimiento: Juan 19:34
Los soldados echarían suerte sobre sus ropas
Profecía: Salmos 22:18
Cumplimiento: Marcos 15:24; Juan 9:24
Sus huesos no serían quebrados
Profecía: Salmos 34:20; Éxodo 12:46
Cumplimiento: Juan 19:33
Seria sepultado con los ricos
Profecía: Isaías 53:9
Cumplimiento: Mateo 27:57-60