jueves, 30 de mayo de 2013

¿Cómo identificar a un futuro líder? - Para analizar

Uno de los principios de iglesias que crecen y son saludables es la formación de nuevos líderes. Este asunto es bien enfatizado en la actualidad como discipulado transformador y tiene que ver con la tarea del líder en la formación de nuevos líderes o futuros líderes. En ese afán, publicamos a continuación un valioso artículo que sin duda presenta aspectos importantes a considerar. Sugerimos sin embargo, analizarlo y retener lo bueno. A continuación tal como está publicado en MINISTROS.ORG

¿Cómo identificar a un futuro líder?
Identificar correctamente a las personas con potencial en nuestro medio es uno de los desafíos que nos presenta el ministerio.
Los más destacados deportistas no suelen ser buenos directores técnicos, ni es común que los mejores músicos se conviertan en reconocidos directores de orquesta. Es vital que el pastor sepa diferenciar entre las personas con habilidad y aquellas con capacidad para ser líderes, pues no son equivalentes.
Quisiera compartir algunas características que me han servido para identificar a potenciales líderes.Trayectoria La mejor forma de saber cómo se desenvolverá un líder en el futuro es conocer su desempeño en el pasado, especialmente cuando no gozaba del reconocimiento oficial de la institución. Un líder no se convierte en tal simplemente porque le asignamos una tarea o responsabilidad.
El que es líder por naturaleza siempre lo es; no requiere de un título para ejercer su ministerio.VisiónAl líder con potencial se le iluminan los ojos cuando habla del futuro. Es alguien con la facultad de ver lo que aún no existe y de imaginar cómo sería la iglesia si esa realidad se alcanzara. Y no solamente se entusiasma con sus propias visiones sino que —lo más importante— es capaz de abrazar las visiones y los sueños de otros.Insatisfacción santaExisten muchas personas insatisfechas hoy, pero solamente unas pocas se sienten impulsadas por su insatisfacción a mejorar lo que poseen en el presente. La mayoría simplemente se queda en la fase de la crítica, pero los líderes en potencia siempre se preguntan cómo podrían perfeccionar lo que existe en la actualidad. Más que señalar lo infuncional se especializan en buscar las formas de optimizar los procesos y perfeccionar los proyectos en que trabajan.Propuestas prácticasUna de las objeciones a las ideas de la mayoría es su atascamiento en el plano de lo teórico, porque desconocen o ignoran las dificultades y complicaciones de la realidad. Proponen soluciones, sencillamente inaplicables.
El buen líder lo es precisamente porque entiende las dinámicas de ejecución de una idea y, por esto, sabe identificar claramente los pasos necesarios para alcanzar un objetivo.Cargar con el pesoCuando una persona aspira solamente a los privilegios del puesto, revela poca capacidad para el ministerio. El líder legítimo se muestra dispuesto a cargar con la responsabilidad de su liderazgo, de manera que trabaja más allá de las exigencias mínimas para un empleado.TenacidadOtro rasgo del potencial de un líder que busco observar es su disposición a persistir en explorar respuestas valientes y acertadas para un desafío. Cuando una persona muestra una tendencia a claudicar con facilidad ante los retos de la vida difícilmente alcanzará el éxito en el ministerio, en el cual la perseverancia es un factor crucial.
Un líder en potencia muestra tal tenacidad ante los obstáculos inesperados que es capaz de inspirar a los más tímidos a no darse por vencidos.Disciplina emocionalEl liderazgo siempre acarrea cierto grado de soledad, la cual se experimenta cuando se sufren las críticas o la incomprensión. Para poder afrontar estas situaciones un líder necesita la capacidad de distanciarse, en alguna medida, de sus emociones, para disponer su corazón a perseverar por el buen camino en medio de semejante realidad. El líder no debe desentenderse por completo de sí mismo, pero sí debe moverse con certidumbre en lugar de la confusión que deja la fluctuación de sus propias emociones.Respeto de colegasUn líder con potencial será reconocido como tal por otros líderes, quienes también trabajarán para que esa persona madure. El respeto que ellas le brinden será vital a la hora de emprender nuevos proyectos, pues el líder no podrá avanzar si no sostiene buenas relaciones con otros en el equipo.
Respeto de la familia
Cuando evalúo el potencial de una persona también suelo analizar el respeto que su propia familia siente por ella. La clase de relación que un líder sostiene con quienes goza mayor intimidad expresa a las claras la forma en que trabajará con su propio equipo. Las actitudes necesarias para alcanzar el éxito en el Reino se cultivan en el seno del hogar.Carisma naturalEl líder natural tiende a llamar la atención sin proponérselo, aun cuando se encuentra en reuniones informales. No porque sea una persona egocéntrica, sino porque otros tienden a gravitar hacia ella, pues posee un magnetismo y una autoridad que resultan irresistibles. Podemos identificar con facilidad al líder en potencia porque siempre está rodeado de otras personas.

Metas realistas
Uno de los factores que descarrilan a muchos líderes es su aspiración a exigir cierto nivel de perfección en sus seguidores, el cual simplemente no es alcanzable. Un buen líder sabe aceptar las imperfecciones de sus consiervos y asume que en el proceso del trabajo con ellos se escaparán algunos errores. Esta posibilidad no lo paraliza, ni tampoco lo lleva a un sofocante control sobre los demás. Más bien asume esta realidad como parte del precio que debe pagar por trabajar en equipo.ConclusiónCuando veo a una persona con estas características sé que he descubierto a un líder en potencia y me dispongo a invertir en la vida de ella. Los resultados de mi inversión no siempre serán inmediatos, pero sé que indudablemente esta persona enriquecerá mi propia experiencia de servir al Señor. Con el tiempo, por la gracia de Dios, se convertirá en una verdadera bendición para la iglesia, pues ayudará a muchos a crecer hacia la plenitud de la medida de Cristo.
Por 
Fred Smith
Christianity Today

martes, 21 de mayo de 2013


¿Puede un Cristiano ir a la Guerra?

P
Por: Dr. Angel Manuel Rodríguez, Teólogo


 L os cristianos, ¿deberían participar de la guerra? ¿Cuál es la posición de la iglesia? La Iglesia cristiana ha reflexionado acerca de la guerra y las actitudes que los cristianos deberían tener hacia ella desde hace siglos.

Desafortunadamente, no estoy seguro de que pueda dar una respuesta específica a sus preguntas, pero déjeme considerar algunas cosas.

  1. La guerra como un constante fenómeno social. Tanto como el fenómeno del pecado sea parte de la experiencia humana, la guerra, hasta cierto punto, caracterizará la vida social y la relación entre las naciones (Mat. 24:6). Los hombres siempre han vivido bajo la amenaza o la realidad de la guerra; la paz absoluta en el mundo es una utopía, tal como lo demuestra la historia humana. 

 2. La guerra siempre es mala. Deberíamos reconocer también que no existe tal cosa como una guerra justa. Sólo Dios, que es todopoderoso y amoroso, puede definir y realmente llevar a cabo una guerra cuyo resultado sea la paz permanente. Los intentos cristianos de definir las condiciones bajo las que sería adecuado participar de la guerra ha dado lugar al concepto tradicional de la guerra justa. Este concepto provee algunos lineamientos que podrían ser útiles para los cristianos, pero no debe dar la impresión de que, bajo ciertas circunstancias, la guerra puede ser moral oreligiosamente justificable. La iglesia debe insistir siempre en lo maléfico de las guerras humanas.

 3. Promover la paz y la reconciliación. La persistencia de las guerras fuerza a la iglesia a pensar en cómo relacionarse con este mal social. En este contexto particular, la gran función de la iglesia es promover y apoyar la paz y la reconciliación (Mat. 5:9). Así es que la iglesia debe luchar contra la guerra, una tarea sin fin en un mundo de rebelión y agresión. La iglesia siempre debe tener la voluntad de servir a las dos partes involucradas en un conflicto potencial o real, e intentar evitarlo o finalizarlo.

 4. Proveer instrucción a los feligreses: También deberíamos reconocer que, en algunos casos, la participación de los miembros de iglesia en la guerra es inevitable. Por lo tanto, se los debe invitar individualmente a reflexionar en cómo deberían relacionarse con este fenómeno. Es la responsabilidad de la iglesia brindarles orientación para que puedan determinar qué hacer como cristianos. Deberíamos oponernos al belicismo. Si la función de la iglesia en el contexto de la guerra es hablar de paz y reconciliación, debe promover el antibelicismo entre sus miembros, basada en la enseñanza bíblica del valor de la vida humana. Los miembros que no desean participar de ninguna manera de la guerra, a toda costa, deberían encontrar apoyo emocional y espiritual en la iglesia, para poder permanecer fieles a su llamado. Es la responsabilidad de la iglesia promover la importancia de obedecer a Dios entre los feligreses que, por alguna razón, tienen que cumplir con el servicio militar. La lealtad a Dios debe estar por encima de la obediencia a los hombres. Cuando el servicio militar esté en abierto conflicto con las convicciones religiosas, Cristo y su iglesia esperan que los feligreses se mantengan leales a Dios. Debemos desear entrar en diálogo con los organismos oficiales del gobierno, en un esfuerzo por obtener para nuestros miembros el derecho de practicar sus convicciones religiosas mientras sirven al ejército.

 5. Los miembros determinan el alcance de su participación. El alcance de la participación de los feligreses en una guerra es un asunto entre ellos y Dios. Aunque la iglesia no debería dar la impresión de que ciertas guerras son justificables, y por lo tanto justas, debe reconocer que, en algunas situaciones, los miembros pueden percibir que tienen que elegir el menor de dos males, y que cualquiera de ellos pude requerir su participación en un conflicto defensivo. En esos casos, los feligreses pueden beneficiarse al examinar los principios de la guerra justa, sin concluir que la guerra en sí misma, o su participación en ella, es moralmente justificable.

Entre los principios de la guerra justa que podrían serles útiles, se sugieren los siguientes: (1) El propósito final es la paz; (2) la guerra es el último recurso; (3) la violencia debe limitarse a los que portan armas; y (4) debe utilizarse el mínimo de fuerza necesaria para la victoria. Estos elementos establecen algunos parámetros que ayudarán a que la guerra sea menos inhumana, e intentar seguir el llamado de Jesús de amar a nuestros enemigos (Mat. 5:44). Mientras tanto, anhelamos un futuro donde no habrá más guerra ni muerte (Isa. 2:3, 4).